jueves, 14 de mayo de 2020

LAS VOCES, LAS SOMBRAS.

El eco de unas voces desconocidas se oían tras la ventana, entonces me apresuré, y 
corrí las cortinas, para no ver nada. Unos pájaros atravesaron el cielo en bandada, con un vuelo muy alto. Abrí, y descubrí que el sonido llegaba mas limpio de lo que esperaba. Noté el frescor del atardecer, cayendo sobre mis hombros. Acaricié la rama del abeto viejo, casi sostenido en la pared de la casa, inclinándose, recostándose, cansado de los empujes del viento enfadado.
Las voces siguieron sin dejarse ver. Unas sombras aparecieron en el frontal, eran alargadas y quijotescas, iban amarradas como ramas que se enredan que se chocan, que se empujan, que se zancadillean.
No quise dejar de verlas, de mirarlas, no quise perderme la secuencia del no sé, del no sé nada. Me dí la vuelta, y me encontré con la ventana, me dí la vuelta y me encontré con la ventana. Parecía un bucle, una ventana que perseguía mi mente, unas voces que arrastraban mis oídos, unas sombras que disfrazaban la realidad. La esencia de un paisaje inexistente que solo creaba un cerebro despechado.
Cerré los ojos y escapé a un paraje sin voces ni sombras. El mar sereno cubría la orilla en su justa medida, sin pasarse. La pleamar había dado tanto que ahora tocaba recoger, replegarse, hacer introspección. La tarde había aprendido bien y oscurecía con la elegancia que tiene la noche.
volvieron a pasar los pájaros que ahora, con un vuelo fugaz, se perdieron en el horizonte.
La ventana dejó de existir con todo lo que conllevaba. La mirada se perdía en un espacio multidimensional. Donde no hay nada que abrir, ni tampoco nada que cerrar. Solo permanecer o estar. Abandonado como el que no busca ni intenta que le busquen. Como el que mira sin querer o sin importarle que le hablen. Como el que está pero no intenta aparecer, ni tampoco ser invisible. Como el que camina pero no cuenta los pasos ni se esfuerza en darlos, como el que despierta y no sabe si está dormido, como el que canta y solo escucha silencio en su interior, como el que vibra sin ondas, sin transmitir energía a nada, porque nada, es energía a la que  se pertenece, porque siendo nada, se es sin serlo. Sin apego, sin apariencia, sin sombra ni espejos.





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