sábado, 9 de mayo de 2020

ESTAR CIEGO, SORDO Y MUDO.

Unos adultos que no saben responder a las necesidades de los niños, chavales, estudiantes, alumnos. 
Una sociedad que vive estresada, a base de ibuprofenos, debido a querer vivir fuertes emociones solapando el dolor y la inflamación que produce la angustia interior, buscando las sensaciones y no el sentido de la vida. 
Mientras nos perdemos en un cruce de evolución e involución, mientras muchos se hunden embriagándose de aperitivos, salidas, viajes, aplicaciones de aquí te pillo, aquí te mato. Otros se sumergen en el botellón, para fumarse la vida sin percatarse de ella. Nos adentramos en una eterna búsqueda de trances que nos evaden  de la inconformidad de ser lo que no somos, de vivir como no queremos, de aceptar por comodidad lo que nos han exigido. Esta sociedad vive ,sin valores, ni creencias  férreas que nos sustenten. Así nos dejamos morir, morimos sin aprovechar la vida, dejando que la sociedad embriagada por las necesidades superfluas nos contagien y nos lleven a estar continuamente deseando cosas y más cosas. Todos tenemos un síndrome de diógenes que no huele pero que si duele, sobre todo por que el vació comprime. Ese hueco existencial que llega en la oscuridad de tus adentros, retuerce tus intestinos y te quita el oxígeno, entonces sin control suplicas dopanina y endorfinas. Lo mejor unas copas de vino, unos cigarrillos o salir de compras. Esta solución es solo momentánea, un engaña bobos para el cerebro que al poco tiempo pide una dosis más suculenta y así cuesta abajo y sin frenos. En esta locura angustiosa de vida de adultos insatisfechos viven contagiados nuestros hijos, que se han dejado llevar por el mundo virtual, quizás con toda la razón del mundo. No les ofrecemos un ocio interesante, no tienen una educación motivadora, que les haga sonreír cada mañana. ¿Cuándo van al cole o instituto pensando que guay, cuanto voy a aprender!.
Tengo que reconocer que dibujo decentemente, gracias a todo lo que me aburrí en el colegio y ahora entiendo que seamos un país con un nivel altísimo en buenos dibujantes en animación.
Cuando nacieron nuestros hijos no se daba educación emocional en la escuela. Nosotros lo aprendimos jugando en la calle, con nuestras numerosas familias, con padres que en muchos casos supieron gestionar mejor el matrimonio anclados en esos valores y creencias. Ahora ellos se enfrentan a esta sociedad alocada con un sistema emocional del que nadie se ha preocupado que conozcan, ya que pocos adultos se molestan en conocer el suyo y así es imposible predicar con el ejemplo. Pero a ellos les sometemos a presiones continuas, estrés y más estrés, niveles extra elevados de cortisol y epirefrina, que produce una angustia mortal para el cuerpo y la psique. Inseguridad, falta de sueño, autoestima quebradiza, fobias, un nivel de competición brutal, decepción, frustración. Se sienten continuamente comparados unos con otros. En muchos casos se entienden los comentarios de los profesores o padres como verdaderas sentencias o cierre de caminos, de posibilidades.
Entienden que los exámenes son una forma de vomitar la información que no retienen y no experimentan en muchos casos, lo que hace que no les motive nada estudiar. 
Nos olvidamos de dar recursos a nuestros hijos, alumnos, jóvenes. Recursos acordes a sus necesidades, a una sociedad en continuo cambio que necesita de otras formas de valorar y evaluar el esfuerzo que no haga temblar su autoestima, llena de los no puedo, no lo voy a conseguir, nunca aprobaré esta asignatura, se me da fatal, soy un cero a la izquierda. ¿Quién puede enfrentarse a estos miedos con esas garantías de éxito?. En mi caso, fui incapaz, todavía no sé como conseguí llegar a la carrera o por lo menos de manera consciente. Sin ser un genio y sí una persona corriente, tuve que escuchar comentarios como tú te casarás y dependerás de tu marido. No se equivocaron en lo de casarme, y  ya que se pusieron a vaticinar, podrían haber me dicho que también me divorciaría. Estaba claro que me veían poco inteligente. Pero se les olvidó sumar todos los éxitos que me han dado mis habilidades y que debo a mi capacidad de esfuerzo, disciplina y una fe en mi misma que ha ido mejorando con el paso del tiempo.
 Nuestros alumnos viven sumergidos en la ansiedad, estres, falta de confianza, cuestionados hasta la saciedad, señalados por la calificación que en muchos casos sentencia su futuro. En un sistema de vertiginosa competitividad y cada vez más individualizado.
Escuchamos continuamente que son vagos, que no son como las generaciones pasadas. No les envidio, ir todos los días a clase, seis horas sin parar, cargados como mulas, escuchando a seis personas diferentes que cuando entran en clase, no siempre se pone en el lugar de esos chavales, sentados con el culo plano. A mi, ya en la segunda hora me dolerían los cuartos traseros.
Todas las mañanas, traen los problemas de casa, por que son esponjas emocionales (divorcios, problemas económicos, muertes abuelos, enfermedades padres, problemas de integración, a veces bullying, problemas con las actividades extra escolares y deportivas, exigencias y competición). Está demostrado que los chavales se lesionan con mayor frecuencia estos últimos diez años, sometidos a mayores exigencias en los entrenamientos. Otros se sienten frustrados en sus equipos o no encuentran su sitio. Ya sabemos todos lo maravillosa que es esa sensación de no encajar en ningún lado.
Cuántas veces se ha equivocado el sistema educativo cerrando puertas cuando hay tantas pruebas en la historia de celebridades que han suspendido en disciplinas donde luego han sido eminencias o celebridades.
El examen no mide nada. los padres en situaciones de estabilidad, sabemos sin examinar dar una calificación a nuestros hijos en disciplina, respeto, tolerancia, educación sin hacer pruebas continuas. 
¿Por qué no buscar otras formas de valorar el trabajo o el esfuerzo de los alumnos?. A veces se someten hasta tres y cuatro exámenes al día.
¿Se imaginan ser examinados casi todos los días en sus trabajos con pruebas o exámenes?
En los trabajos se evalúa a los trabajadores por el rendimiento y resultados, en función de estos se dan comisiones en mucho de ellos. Si la educación fuera por proyectos y cada alumno colaborara con un papel o función, su rendimiento daría unos resultados que incidirían en la calidad de ese proyecto. Esta forma de trabajar permitiría mayor motivación por parte del alumnado, además los proyectos están integrados en la realidad social con lo que son aprendizajes muy significativos, y sumamos todos los beneficios que conlleva el trabajo en cooperación o colaboración. Además integra, no separa, suma no resta, motiva no aburre.
 ¿Qué tiene que pasar para que dejemos de estar ciegos, sordos y mudos?
Quizás haya llegado el momento de CAMBIAR.
De aprovechar la abolición de la mochila y de dejar crecer una columna libre y saludable, y sumergirnos en la ligereza de las tecnologías.
De buscar formas de valorar el esfuerzo de nuestros alumnos de otra manera, sin presiones que suspenden lo más importante en educación. Forjar un carácter auténtico y fuerte pero no a base de frustración.
De crear coordinadamente formas de enseñar y aprender que incendien su entusiasmo, que deseen ir al instituto a aprender, a colaborar, a sentirse útil, aceptado e importante. Lo que evitaría tanta fuga a los parques y bares colindantes.
De darles confianza, de sumar   infinidad de puedos, de lo voy a conseguir, de soy capaz, de tengo habilidades extraordinarias para afrontar lo que se me presente, de ser asertivo, resiliente.
Además de sembrar respeto, tolerancia, amor y compasión.
 Darle la vuelta a un arcoiris educacional triste, para que su curva nos identifique con la sonrisa de la aprobación, recorriendo un camino mágico. En el que los profesores seamos magos y consigamos que todos los alumnos que pasen por nuestros brazos del conocimiento y la experiencia, salgan con un horizonte lleno de posibilidades, caminos, veredas que recorran con la seguridad de que la confianza de lograr lo que se propongan les va a traer el mayor de los éxitos. 
Éxito en el que nos volcamos todos y nos beneficiamos todos. Por que nosotros somos su presente y ellos son nuestro futuro.


No hay comentarios:

Publicar un comentario