La mudanza, es un volver a empezar, donde los enseres arrastrados en muchos casos no tienen sentido, donde las fotos del pasado se guardan en el cajón del olvido y renuevas las nuevas paredes con tu presente, que se construye sobre un paramento blanco que simboliza un nuevo nacimiento.Una limpieza emocional, un desapego total, una gratitud a la vida. Ya que gracias a todo lo que te ha pasado tienes una nueva oportunidad de vivir más a pelo que nunca, de la manera más auténtica que sabes . Sin camuflar con un muro de hormigón tu llama, esa que arde con todo lo que te propones, e ilumina todo lo que ahora miras, sin ramas espinosas que te quiten la bonita visión. Un paisaje que cada vez ves más nítido, sin interferencias.
Arreglada la avería de dentro no importa lo que pase fuera. Te has vuelto tu mejor mecánico, sabes que te puedes arreglar respetando tus emociones, liberándote del exceso de dióxido de carbono que te intentaba asfixiar. Dando pasos y creciendo, abrazando lo que te sorprende. Mirando con ojos humildes pero fuertes al destino.
Esa línea que trazas a pulso, reconociendo que a veces te tiembla tanto que pareces haberte perdido. Se te nubla la vista y no la ves. Pierdes el trazo que se escabulle entre las líneas torcidas de Dios, entre las nubes y las tormentas. Pero sabes descansar bajo la lluvia. Todo vuelve a reposar. esperas, levantas la cabeza y la vuelves a ver dibujada en un horizonte tan bonito e iluminado que no dudas en dirigirte hacia el para seguir su trazo. Como el vuelo lineal de una mariposa, un vuelo ascendente que no se frena ante nada, moviendo sus alas con la ilusión de quien acaba de descubrir que puede volar, que puede conquistar el universo.
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