lunes, 17 de febrero de 2020

LA FANTASMA

No sé si se puede decir la fantasma.
Eramos poco y parió la abuela. Cuatro niños, dos perritos y ahora una fantasma. En el último libro que he leído de La vida a ratos de Juan Jose Millas, cuenta como comparte su vida con una fantasma, también señora. La ve pasear por su pasillo de cuarto en cuarto, no habla, ni gesticula con aspavientos, solo pasea. Yo creía que los fantasmas no necesitaban pasear, bastante tenían con atravesar el mundo paralelo, como para tener que andar como yo intentando hacer los diez mil pasos al día que me va indicando el reloj. 
Ayer domingo por la tarde estábamos las niñas y yo viendo una peli de esas toleradas para toda la familia. Los niños cada uno en una habitación, el mayor en la habitación de los vídeo juegos y el de quince estudiando un examen de mates.
De pronto suena mi móvil, me quedo boquiabierta al observar que quien me llama es mi hijo desde el piso de arriba, su voz entrecortada, pausada y algo ausente, me dice que si estamos abajo, que si nos hemos movido en algún momento. Le digo que no y me contesta que ahora baja, que ahora nos lo cuenta. Le veo entrar blanco, paliducho. Me dice que ha visto a una chica, señora vestida de gris que salía de mi habitación y se metía en la de las niñas. Nos dedicamos a interrogarle, para que nos diera todo tipo de detalles. Pelo largo negro, vestido gris largo y descalza pues pudo asegurar que en el transito de una habitación a otra escuchó perfectamente sus pasos.
Todo esto podría ser producto de la imaginación de un adolescente guason, si no fuera por que una conoce a sus hijos. El sentido del humor no es lo suyo y partiendo de la base de que su mente está hecha de números, operaciones, una mente científica, no nos cabe duda de que ese fantasma es real, puede ser una visión, no lo sé. Pero lo cierto es que él lo ha visto, no me cabe ninguna duda. Absolutamente.
Así que a estas alturas, no me queda otra que abrazar al fantasma, aceptarlo e integrarlo en la familia como una más. Además es mujer con lo que ganamos por mayoría. Creo que tener un ser errante en mi casa es una buena noticia, ya somos dos, uno en vida y la otra en la muerte, quizás algún día nos podamos comunicar y ser amigas. Dicen que el roce hace el cariño. A estos niveles de mi vida no se puede despreciar una posible amiga por el simple hecho de que venga de otro mundo. Quizás sea un paso para abrir mi mente a todas las  dimensiones.
Bienvenida Missis phantom.

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