jueves, 13 de febrero de 2020

APARECIÓ SIN MÁS

Apareció sin más, un día cualquiera de invierno. 
Fue un despertar intenso entre lazos de sueños,
miré por la ventana para crear mi nuevo día,
un jueves tan especial como lo fue el miércoles.

Apareció sin más, pero me cogió atenta, 
quizás no lo sabía pero lo estaba esperando.
Al coger el coche, observé otro ritmo interior, 
distinto al anterior, navegué hasta el trabajo,

entre nubes coloreadas de un amanecer que se iba,
el frescor entraba por las rendijas de las ventanas,
despejando el sueño de las miradas.
las piernas supieron andar, después del descanso.

Agradecí empezar para coger ritmo y dar esperanza.
Se sentían arropados entre mis brazos, palabras
silencios.
La felicidad se sumergió en sus pieles, haciéndolas 
brillar y brillar. Así pues volaron, alzando los brazos.
Provocaron un remolino de energías penetrantes,
de esas que invaden el regocijo de lo inquietante. 

De la curiosidad perversa y trastocada, 
de la necesidad de indagar en el espacio,
de correr entre las callejuelas, como en un
laberinto, sintiendo como se van venciendo las 
piernas y se escuchan los gemidos de los brazos.

El cuerpo se sume en una catarsis de innovación
profunda y onda. Las voces se entremezclan para 
desaparecer sin eco pero con una agudeza tal, que 
traspasa cualquier víscera, sentenciando sus funciones.

Amargando el azúcar, ese que te deja la necesidad de querer
más y más, pero que no te produce adicción, solo aceptación, 
y reconciliación con uno mismo.
¿Y sabes, qué?...apareció un día cualquiera de invierno,
para volver el resto de los días del año.

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