martes, 4 de febrero de 2020

EL ENREDO, ¡QUE VIENE, QUE VIENE...UN HERMANITO!

Cuándo mi madre se quedó embarazada, lloró de alegría, cosa que no entendió mi hermano, ya que no digería, ¿por qué una situación de felicidad te hace llorar?. Entonces Pablo que por aquel entonces tenía tres años, pensó que lo que venía era un mosntruo y pensó que por eso mi madre vivía aterrada con él dentro.
El día que Pablo fue a ver a Sara recién nacida, mi madre lloraba sin parar. Pablo pensó que el monstruo de su hermana estaba al lado de su madre para que no pudiera escapar de la cárcel de los malos invadidos por enfermedades crueles y mortales, en ese dichoso hospital.
Entonces recordó el proceso por el que había pasado, después de ver como su madre se deformaba cada día más, fijándose en su barriga, llegó a pensar que le iba a explotar y el bicho saldría corriendo con una boca grande llena de colmillos acechando a todos por los pasillos de su casa.
Pablo por indicaciones de su padre y su madre se acercó a la cuna y vio al monstruo, su hermana dormida, con tanto miedo, que no parpadeaba, temía que abriera los ojos, la boca y lo devorase en un pis pás de un solo bocado. ¡Estaba aterrado!.
En el colegio, estaba muy irascible, se volvió a hacer pis y mordía a sus compañeros cuándo le agobiaban en los juegos o pretendían ganarle. Soñaba, sudaba en sus sueños y las pesadillas cada vez eran más difíciles de controlar.
Lo peor estaba por llegar, cuando Pablo fue con papá a por mamá y Sara, no se lo podía creer, ahora debía compartir todo con aquella cosa, que no paraba de llorar, veía a su madre cansada, muy cansada. Además todo el rato Sara le chupaba a su madre algo de la teta, dejándola exhausta. Además las discusiones de mamá y papá cada vez eran más frecuentes, ya no salían juntos, se dividían. 
Pablo no entendía nada, cada vez veía a su madre menos y pasaba más tiempo con el que hasta hacía poco apenas veía, papá. Le llevaba a montar en bici, y sus abrazos no eran tan mullidos como los de su madre, ni sus palabras eran tan cálidas. 
Todo lo había traído ese monstruo, con el que no podía hablar ni jugar. Le había destrozado su corta vida. Todo era un caos.
Además aunque la gente lo trataba de disimular, eran muy malos actores y se les notaba mucho que querían prestar atención  a Sara y no a él, le hacían regalos y le regalaban miradas vacías sin quitar ojos al monstruo. Algo tan malo, tan perturbador, tan usurpador, tan crispante y todo el mundo hacía corro alrededor de ella, como si fuera el último homo sapiens de la especie.
Un día mamá le dijo a Pablo que cuidara de su hermana mientras ella iba a ducharse. Pablo pensó: 
-¡esta es la mía para hacerla desaparecer!. 
La metió en un baúl, cogió su juego de magia borrás que le regaló su tía Menchu y tras repetir una y otra vez la frase mágica:
- ¡varita, vara mágica que desaparezca el monstruo de Sara!
 y mirar por el resquicio de la tapa del baúl y ver que Sara seguía ahí, decidió que si no era capaz de hacerla desaparecer era por que tenía que estar si o sí en su vida. La sacó del baúl y la metió en su coche mercedes Benz de bateria. Empezó a jugar a ladrones y policias con ella. La exposó por ser una criminal internacional y la encerró en el desván. Aunque fue bueno y dejó que saliera de prisión cuándo su madre terminó de ducharse. Sara pasó de ser un terrible monstruo a ser su compañera de viaje en los juegos y la vida.
Luego nací yo, estoy viva de milagro, según me contaron sobreviví a la caza de brujas de mi hermana Sara.
 Esto de tener hermanos es todo un enredo. Hay que superar cuando naces que el primer enemigo, está en casa.

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