viernes, 10 de mayo de 2019

LA LUZ DE UNA VELA.

La luz de una vela no se apaga así cómo así. Si te quedas mirando la llama de una vela varios segundos hipnotizada por su energía, por su calor, cuándo cierras los ojos, sigues viéndola igual que con los ojos abiertos, absorta esperando que desaparezca, pero no lo hace.
No hay ser más observado para una madre que su hijo, no te cansas de mirarle, obnubilada de la manera más tonta, reconociendo la inmensidad de la naturaleza en su ser.
Si te lo arrebata la muerte, su luz sigue dentro de ti, como la llama de una vela, tan brillante, tan presente, pase el tiempo que pase.

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