lunes, 6 de mayo de 2019

¡ESTAR EN UN AY!.

 Llega el finde, ese que  necesitas cómo si no hubiera un mañana. Sabes que la semana es cómo es, que dura lo que dura pero a veces se hace eterna para tu cuerpo, una entidad con límites que sabe cuándo llega el viernes. Una tarde con muchas espectátivas pero que al final se queda en un nada, por que tu cuerpo necesita descanso aunque tu mente no pueda. Siempre en un ay. Porque los hijos desde que nacen te alimentan ese ay, ese instante en el que se encienden las alarmas, y tú cómo coche de bomberos o policía debes estar disponible, da igual que estés en la ducha, te acabes de sentar, tomes por fín el café que podías haber tomado hace dos horas por necesidad, o estés en el baño. No hay instante en el que no oigas ese profundo, agudo, sistemático mamaaaaaaa!. Que en la mayoría de los casos no corresponde a nínguna necesidad importante, sencillamente es para comprobar que estás de servicio las 24 horas al día los 365 días al año, sin descanso. Ya que si te vas, te llevas el móvil y en cualquier momento, lugar, tiempo puede sonar el mamaaaaaa!, ya sea porque no encuentra las llaves de casa, no sabe que merendar, no hay pan o le duele la cabeza.
Todo ello se multiplica por el número de hijos que tengas, así que a veces debes parar para preguntarte quién eres, dónde estás, a dónde vas... pués pierdes el norte mientras vas al trabajo, no sabes que camino tomaste, lo hiciste en piloto automático pensando que vives en un ay. Un ¡ay! estado de alerta continuo y muy exigente, de disponibilidad plena, en la que nadie te contempla y del que estás esclavo por decisión propia pero no por eso deja de ser duro, dificil, tarea ardúa complicada de manejar. 
Importante respirar para contenerse y mantenerse en estado disponible. 
¡Quizásss! se acabe dentro de veinte años, cuándo crezcan, tengan pelo en el pecho o quizás sea para siempre, creo que es lo más probable. Así lo veo con mi madre, 80 años recién cumplidos cargando con un ocupa y dos nietas. Su vida después de una eterna lucha no tiene esperanza. Sigue recogiendo desorden cual posesa, haciendo comidas, atada a horarios, meriendas, bocadillos, ropas y un etc... que la mantiene en un ay. 
Así que aunque lo de tener hijos tiene un lado romántico maravilloso, solo me queda la esperanza de decir el último y profundo ay cuándo me llegue la hora de descansar eternamente, quieras que no es un consuelo.
¡Felíz día de la madre!.


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