martes, 16 de abril de 2019

El CUENTO DEL NADA.

Nada era de la familia del pensar, era libre por que no necesitaba a nadie. La familia del pensamiento intentaban calificarle, encuadrarle en alguna parte pero Nada era indomable porque no entraba en ninguna definición de ser o tener. Nada nunca estaba triste, nadaba en un mar de silencios, de nubes y de brisa no permitiendo que nada usurpara su tranquilidad. 
Un día Nada se encontró con algo. Algo era ser y estar. Nada advirtió que algo cambiaba su manera de navegar por el mar del silencio y Nada dejó de ser como era. Se empezó a fijar en Algo y su vida cambió 360 grados. Algo que siempre pensaba en algo descubrió también a Nada y le permitió entrar en su vida para disfrutar del mar del silencio. Se hicieron inseparables y supieron compenetrarse para alternar en su vida estados de algo y nada, disfrutando de sus contrastes. Ya nada fue como era por que algo interrumpió, sin dejar de sorprender, sin dejar de motivar, sin dejar de estimular lo que antes no era acontecimiento, no era acción, no era por ser nada.

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