viernes, 27 de julio de 2018

NO ENTIENDO POR QUE ME LEES

Esto no es el diario de Ana Frank, ni el diario montañés, no es nada, por que quien lo escribe desahoga, sobre todo lo que llega a una mente que entiende muy poco de lo que ocurre en un mundo de torpes, donde los inteligentes callan, como en la antigua Roma por miedo a la desventaja, ya que la razón es un bien inestimable en una sociedad absurda y carente de sentido. 
Lo que sí es significativo, es tu tiempo, cada segundo de tu vida vale mucho dinero, y lo desperdiciamos en mil tareas que no aportan nada, en las colas en las que un país poco eficiente soporta, hay que hacer cola hasta para morirse. En una educación que enjaula a sus pupilos para que no estén en la calle, que aburre y adormece, uniforma y no despierta el potencial que cada uno tiene dentro.
En un mundo que confina a sus viejos en residencias por que ya no son útiles, y se lo hacen saber cada segundo de su senil vida, después de la jubilación toca morirse, por que no renta tener inútiles en una sociedad donde solo prima la productividad, no los sentimientos, no la experiencia, no las emociones.
la política hace cositas para figurar, para contentar, ahora un parque para viejos, ahora un instituto de la mujer, para que conste que está representada, ahora una ventaja para las familias numerosas, a ver si les engañamos para que tengan más de medio hijo, que así no se construye una sociedad con futuro.
Campañas millonarias contra el alcohol y drogas, pero las leyes no protegen al menor, siguen poniéndose de las dos cosas hasta el culo por que tenemos agujeros negros por todos lados, y este balón pierde aire sin parar. La famosa pescadilla que se muerde la cola.
Leyes que protegen al delincuente, y que en muchos casos son jaulas de oro, ya quisieran muchas familias deshauciadas estar en la piel de muchos presos, asesinos que se alimentan mejor que muchos niños en sus casas por falta de recursos.
Estamos en manos de un sistema judicial penoso, violadores en la calle con peligro de delinquir, sentencias injustas y crueles para las víctimas, protocolos en los divorcios que despersonalizan los casos de separación y fomentan la desigualdad y el desamparo.
De que nos sirve aprender tantos contenidos en las aulas de los colegios e institutos si tenemos una sociedad cruel que no ampara al débil, que no protege a las víctimas.
La sociedad tiene un cáncer terrible y el cáncer no se cura con protocolos, se cura con confianza, con cariño, con medicación adecuada a las peculiaridades de la enfermedad de cada uno, y con la ayuda de todos.

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