jueves, 26 de julio de 2018

LA AVENIDA DE ESPAÑA, TORRELAVEGA.

Ayer paseando con mi hija Sara por esta pequeña ciudad para ir a un parque, pasamos por la Avenida de España, ahora cementerio público de la misoginia, cementerio de un silencio lleno de gritos que no se escucharon en su momento ni tampoco se escuchan ahora, por que nos siguen matando, nos siguen cortando alas. 
Iniciativa política y de quizás alguna organización de mujeres queriendo despertar algo que no sea lo que ayer se produjo en mi, indignación. Decoran la avenida, se supone que para concienciar de  la violencia de género, figuras de las mujeres que van muriendo, les ponen su supuesto perfil, unas con pelo rizado otras liso, unas bajitas y otras altas, las hay gorditas y flacas, quizás para que quede claro que dentro del perfil del monstruo estamos todas. Dentro de la figura el nombre, la edad, y el día de su mortal encuentro. 
Se me ponen los poco estrógenos que tengo a cien, ni mindfulness ni leches, empiezo a pensar ¿donde están los verdugos, los criminales, los cabrones, los abusadores, los mal tratadores, los animales depredadores, los vampiros, los desquiciados, locos, machirulos asesinos que han hecho esto, quiero sus caras, no sus perfiles, sus nombres, su edad, el arma que utilizaron para quitarles la vida a esas inocentes a las que la sociedad enferma dejó sueltos para que ellas se abrieran a un amor venenoso lleno de sufrimiento, quiero sus manos, esas con las que se cargaron a su mujer y quizás a sus hijos, quiero sus miradas para no olvidarlas. Ellas murieron siendo discretas, ellos las buscaron para hacerlas públicas con su ataque egoísta y muchos hasta el final quisieron tener la última palabra suicidándose, cobardes.
Estamos desnudas legalmente, mucho paripé pero luego dejan que ejerzan los machirulos en todas sus profesiones, la peor la de jueces, abogados, fiscales, políticos que deberían ejemplarizar con sus conductas, opiniones, sentencias.
 En la avenida de España hay un instituto de secundaria, realmente esto es una manera de concienciar a nuestros hijos sobre la violencia de genero, lo dudo mucho.

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