Por fín tenemos un parque en Torrelavega techado, una ciudad donde llueve muy a menudo y no sabes que hacer con los niños tantos días metidos en casa, si no es meterles en centros comerciales y que respiren el aire del consumismo y el sudor ajeno.
Tengo que decir que el parque es bonito y desde que se inauguró he ido con mi hija casi todos los días, es lo bueno de tener tres hijos mayores que no han gozado de tal privilegio y de que la última tenga solo seis años y se pueda veneficiar de esta acertada propuesta, deseada a gritos desde hace años.
Desde que fui la primera vez me sorprendió que dentro de esa zona donde se distribuyen los columpios modernos, en el que hay un pequeño rocódromo, todos en líneas, formando un total de tres alineaciones en una de ellas, han colocado una tirolina, donde los enanos cogen mucha velocidad a un palmo del suelo. No puedo evitarlo, se me junta todo, mi profesión de profesora de Educación física, socorrista, prevención de riesgos y no logro entender esta última instalación. No creo que dure mucho por que le va a costar a nuestro sistema sanitario mucho dinero, teniendo en cuenta que está en una línea de paso, y que los abuelitos que llevan a sus nietos están delicados, andan con móviles, se despistan como el resto de adultos y niños pequeños y se ponen en la trayectoria de tan rápido proyectil, la tirolina, no tardaremos en sumar numerosos accidentes, pero esto que veo yo, lo ve cualquiera y más un responsable de obras públicas, o quizás están ciegos, ya veremos más de una cadera, un brazo quedaran mermados por tal instalación, aquí no valen las advertencias, hay que esperar que se produzcan esos acontecimientos que hagan reflexionar sobre si ha sido un acierto o no el ponerla. Presuntamente es una fuente de peligro. Hay queda.