Sabía que podría ser en cualquier momento. Cuándo me despedí de él, supe que era para siempre, supe que aquí ya no le vería más y que sería en el túnel de luces, en el camino del tránsito de la vida a la muerte cuándo seguramente viera de nuevo su rostro, sus brazos abiertos para abrazarme, esos brazos que en vida nunca tuvieron un momento para quererme o amarme plenamente. Nunca tuvo la culpa, en su cuerpo grabaron a fuego el desamor, la distancia, la crueldad y el desapego, no tenía recursos para susurrarme un te amo que me llenara el alma.
Pero yo le amé y le odié con la inocencia plena de mi cuerpo y alma. Siempre le miraba con el deseo de ser arropada por sus grandes manos, por su fuerte pecho. Soñaba con su tiempo, quizás los sueños siempre se cumplan pero ese en concreto será en otro momento sin tiempo, sin cielo, sin tempestades ni recelos.
Aquel día le llamé sabiendo que era el último, se puso con genio en su voz. Deseaba fumar de nuevo y le invité a hacerlo. Me dijo que se lo decía porque sabía que se iba a morir.... y así fue, esa misma noche.
Me acordé de uno de nuestros últimos momentos, cuándo me senté con él en el sofá y mirando su mirada cansada, me dijo que no había sido un buen padre, que lo sentía. No tenía nada que perdonarle, el no supo recuperarse de una infancia triste, muy triste y la arrastró como el peor de los castigos. ¿Quién era yo para juzgarle?. Le contesté que lo hizo lo mejor que pudo.
Esa noche se dejó su cuerpo, su coche, su barco, su maqueta de trenes, su último paquete de tabaco, su perro que días más tarde hizo lo mismo y se marchó con él. Se lo dejó todo, su tristeza, su autodestrucción, sus viajes, sus conflictos con el tiempo, sus inseguridades y sus complejos.
Navegó por el aire y cruzó el estrecho, se difuminó entre las nubes y los claros de un poniente intenso.
En la última llamada le dije que fumara de nuevo y el supo que se iba a morir esa misma noche. Se fumó su vida en cada uno de los casi ochenta cigarrillos diarios que colapsaron su cuerpo, se fumó mi infancia y la de mis hermanos, se fumó su matrimonio y la oportunidad de ser feliz. Esa oportunidad de la que nunca fue consciente que existía.
Cuándo mi sueño se cumpla, te sentiré cerca, libre de esos grilletes que nunca te dejaron vivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario