domingo, 9 de junio de 2019

TAN TERSA, TAN SUAVE.

Caminando sin saber a dónde ir, con el corazón frío para poder pensar, con las manos heladas apretando a un bebe que ya no llora, se cansó de no llegar a ningún lado. 
Descalzos y con los pies magullados, sin agua y con miles de lágrimas que cayeron en otros suelos y dejaron huella del adiós al martirio de las bombas, de los gritos y gemidos. 
Andando sin saber dónde ir, sin saber si comerán o podrán dormir sentados sin tener un ojo abierto y el otro cerrado, sin que te tenga que vencer el sueño, sin tener que apretar a tu niño en el pecho, sin tener que mirar atrás, sin tener que mirar atrás. 
De nuevo coges el camino, no sientes dolor porque no te lo permites, no sientes hambre tu cuerpo ya se acostumbró, no sientes pena por que eres la pena, la aflicción de no poder llevar a tu hijo a una cama limpia y caliente. Solo sueñas con unas sábanas tersas, suaves donde meterte con el y soñar que vuelas a un sitio donde no hay bombas, donde se respeta el silencio, donde se respeta el dolor y así poder mirar a tu hijo con una sonrisa, decirle que habéis llegado a puerto, quizás alguien celebre vuestra llegada y os de de comer caliente, os arrope con abrigo limpio y os deje dormir en una sencilla cama. Quizás en esas horas se obre el milagro de sentirse un ser humano y poder buscar una bandera que ondee en la libertad y la dignidad de un pueblo pacífico.

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