Así fue como me despedí de él, con calma sin prestarle mucha atención, era poco tiempo y el retorno estaba cerca, solo era una vuelta. De esas de ida y vuelta, de ese recorrer para despejar, para reflexionar, para huir, para calmar. El caso es que no hubo retorno, su voz desapareció entre el aire espeso que cubría mi pensamiento, un aire que batió mi cuerpo como olas de mar enfurecido, estremeciendo hasta el último pelo de mi cuerpo, dejando un vacío eterno, de esos que no hay tierra que pueda rellenar. Solo tiempo, un tiempo demoledor que arrasa a fuego todo tu interior dejando lo muerto, sin nada fértil que sembrar, sin espacio ni horizonte al que mirar, sin suelo firme que pisar.
Solo tiempo para dejar que el viento se lleve las cenizas de tan cruento incendio y deje que ese polvo sucio, frío e inservible empiece a regenerarse tan lento, tan lento que quizás algo germine. Quizás vuelva a mirar la vida de frente.
Algún día veré de nuevo el sol y quizás se me quiten las ganas de gritar y preguntar con un doliente ¿por qué en ese momento?.En ese lugar la vida se iba a mofar con lo que más quiero ,dejándome en el abismo del silencio, del espacio sin regreso, del fuego cegador, de un camino dibujado en una pared de cemento, sin paz y sin precio.
Y ahora camina cuándo a tu mente la secuestra el desaliento.