Érase una vez una hormiga a la que llamaban aquí estoy yo, desde que era muy pequeña se había mostrado rebelde a los uniformes del resto de hormigas y a su modo de ver la vida, vistiendo de modo diferente y soñando con ser libre. Había intentado salir del hormiguero para aventurarse por otros caminos a las sorpresas, descubrir historias por medio de otros insectos y vivir una vida más apasionante, pero sus intentos fracasaban ya que los guardianes del hormiguero siempre la pillaban por los alrededores y la llevaban de nuevo a casa, a la rutina, a la uniformidad, a su zona de confort, que para ella era una cárcel.
Un día consiguió salir del hormiguero y se encontró en su camino con una araña con sombrero de copa y llena de plumas, era muy cool, se hicieron amigas y caminaron juntas, encontraron que en su diferencia tenían muchas cosas en común, a las dos les aburría hacer siempre lo mismo y les encantaba conocer insectos nuevos. De nuevo por el camino se encontraron con un escarabajo pelotero muy gordo y con un andar muy torpe, pero era tan gracioso que después de cinco minutos de no parar de reír, sintieron dolor de estómago, quizás era por no poder respirar, les merecía la pena ir despacio y cambiar de ritmo, por que ese escarabajo pelotero era único y muy divertido. Siguieron andando los tres y se encontraron a un gusano, arrastrándose por la tierra, adaptándose a cada rincón de ella, les iba contando hermosas historias de como se sabía camuflar en el suelo para evitar ser devorado por los pájaros, siguieron andando juntos adaptándose todos al ritmo que juntos podían llevar, y se encontraron a un ciempiés dolorido que apenas podía andar, su cuerpo se curvaba hacia arriba por que los pies de la parte delantera los tenía llenos de juanetes.
Los insectos se pusieron manos a la obra y le tejieron con la ayuda de la araña unos valiosos zapatos, adaptados a su deformación, al ciempiés se le dibujó una preciosa sonrisa, y les invitó a merendar, fue una jornada llena de risas y anécdotas divertidas, la hormiga a la que llamaban aquí estoy yo, encontró una nueva pandi para sentirse querido, integrado y con una vida llena de alicientes nuevos, amada por sus cualidades y por sus diferencias.
Colorín colorado este cuento se ha acabado y por la ventana se ha volado, adiós cuento adiós.
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