Cuándo creí perder, dije que no, y cerré los ojos
TÚ me los abriste, y me dijiste: detrás de cada perdida, hay una oportunidad.
Cuándo me cansé de escuchar, apagué mis oídos,
TÚ me animaste a hablar, a sentirme escuchada y a sonreír.
Cuándo la soledad arrasó mis entrañas, escuché tu voz,
sentí tus pasos, me agarré fuerte a tus manos.
TÚ me dijiste: _ ¡nunca te abandonaré! aunque deje de vivir, de respirar, y de existir.
Te dejaré señales en cada amanecer, para que veas la luz aunque llueva, truene, nieve o tiemble la tierra.
Cuándo me sienta perdida, me dijiste: ¡sigue andando!,
Cuándo te caigas, arrastra te, levántate, camina, no pares aunque sea el más mínimo movimiento, ese
que te obligue a respirar, a sentirte viva aún en el pesar.
Cuándo te cuenten cuentos, déjalos volar, las historias maduran con el aire.
Cuándo llores, llora y cuándo vueles, vuela...
Cuándo sueñes, sueña y al despertar quizás no haya sol, no lo dudes, estará detrás de las nubes
pero siempre mira dentro de ti, ahí estaré, siempre, siempre, siempre contigo.
Precioso y entrañable. Las madres, esos seres especiales.
ResponderEliminarPrecioso y entrañable. Las madres, esos seres especiales.
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