Iris salió a volar su cometa avión. Lo hacía cuando el día se lo permitía. Ese día hacía un sol dominante sobre un cielo despejado, todo era perfecto o así parecía serlo. Se lo dijo a su madre y salió por la puerta hacia el patio. Sus vecinas jugaban a la cuerda, otras al elástico y un grupo de niños al fútbol.
Fue soltando cuerda y empezó a elevarse hasta que poco a poco fue ascendiendo, haciéndose cada vez más pequeña. Iris la hacía danzar en el cielo con la ayuda del viento, un aliado con el que no siempre podía contar, por eso a veces cuando no la podía hacer volar lo hacía en su pensamiento. Su vuelo dependía de ese hilo que la conectaba y que ella manejaba con mucha habilidad, orientándolo hacia un lado y hacia el otro, la giraba, y corría detrás de ella. A veces saltaba queriendo ascender a su lado.
Todos los días se levantaba y la saludaba, la tenía colgada en su habitación, era una proyección de ella misma volando en el firmamento cerca de los límites del cielo. El mejor regalo que le hizo su madre en el día de su octavo cumpleaños.
Un día de vacaciones de verano salió a volarla después de desayunar, estaba segura de que esa mañana sería perfecta para surcar los cielos. Mientras iba soltando el hilo, sentía la emoción de emprender el vuelo, la soltó y empezó a mover sus brazos y a correr para que llegara lo más alto. En un segundo el hilo se fue deslizando en sus manos apretadas, y sin explicación la cometa empezó a alejarse. Iris en ese instante no se dio cuenta de que la perdía y sintió que su cometa llegaba más lejos que nunca, iba a surcar las estrellas y de pronto desapareció. Se miró las manos una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez. La había soltado sin darse cuenta, se le había escurrido entre los dedos¿ cómo podía ser si la tenía bien cogida en tre sus manos?. Impresionada e intentando seguir la sus ojos la perdieron en el infinito. Repaso una y otra vez lo que había hecho, lo que había pasado, sin explicación desapareció.
Fueron muchos los días que quiso mirar por la ventana para verla en el cielo, volando libre junto a los pájaros, cerca del sol, junto a las estrellas pero nunca más volvió. En sus sueños siempre aparecía su cometa avión volando, atravesando el horizonte.
La cometa llegó para enseñarle el cielo, un inmenso cielo que Iris quería conocer. Hoy sigue soñando con su cometa en sus profundos sueños mientras por el día surca los cielos como piloto comercial.