Domingo 26 de septiembre del año 2021. Cantabria. Hace un curioso día de otoño, aquí no se escucha el tronar del volcán canario que aterra en las Palmas. El mar Cantábrico no es cómplice de todos los muertos que diariamente se dejan la vida en el mediterráneo buscando una orilla que los identifique cómo seres humanos con derechos. A pesar de ser una tierra de lluvias hace sol, no tenemos las calles inundadas como en Andalucía y Extremadura. Es un domingo tranquilo aunque el pensamiento acompañe a todos los que naufragan en un océano de inquietudes, amargura, zozobras y llanto apegados unos a su vida y otros a la supervivencia.
Mientras miras detrás de la ventana de un hospital resignado hasta que las circunstancias permitan que tu familiar o amigo mejore o le den el alta, ves pasear a las familias, que salen de las casas y cargan el coche para pasar un feliz día de campo. Ves también padres que acompañan a su hijo a jugar ese partido tan importante, jubilados que de la mano o sin ella pasean con sus parejas o solos con sus recuerdos.
Y aún así, con todo este movimiento de intereses diferentes, es 26 de septiembre del año 2021, un curioso día de otoño, silencioso. Solo los pájaros se atreven a piar y revolotear mientras algún abejorro se acerca a una flor amarilla resignada a tanta visita y robo. Aunque el pensamiento solidario esté con el malestar de un ecosistema rebelde ante tanto maltrato, ante políticos que no saben dar respuesta a una migración que muere resignada, aquí en Cantabria disfrutaremos de un día de otoño único, ya que este día nunca volverá, cómo tampoco sabremos si mañana viviremos con la tranquilidad y el silencio que lo hacemos hoy.
Domingo 26 de septiembre del año 2021.