Golondrín era un maravillosa golondrina, que vivía con sus padres. El verano había sido muy agitado aunque todavía no se había echado a volar y llegaba el día de ir a la escuela. Mama golondrina le hizo el bocadillo y le llevó la mochila con el pico ya que todavía no tenía la suficiente fuerza en sus alitas. Su madre le empujaba mientras él se resistía, no quería ir al cole.
Era muy simpático con sus hermanas y amigos pero se enfrentaba a algo nuevo y tenía miedo. Su madre le animó mucho a ir al cole y aprender nuevas cosas y conocer nuevos pajarillos.
Cuándo llegó del ala de su madre y lo dejó dentro del aula, Golondrín se sintió triste, escuchaba mucho ruido del resto de pajarillos y se sentó en su silla. Allí recogido y sin moverse vio como su madre se marchaba, le empezaron a pesar muchos las alas, se sintió solo aunque estaba rodeado y se dedicó a observar todo lo que hacían los demás con muchísima curiosidad.
Uno de sus futuros compañeros de clase se agarró al ala de su madre y se quedó con cuatro plumas, otra se puso a jugar y gritar correteando por todo el aula, mientras otro no paraba de piar como si no hubiera un mañana anunciando una falsa primavera, cómo si el sol se hubiera metido dentro por la ventana.
Después, la profesora los puso en corro y les preguntó un montón de cosas como a que les gustaba jugar, si tenían hermanos y si tenían mascotas. Uno dijo que sí, había salvado a un gusanito de ser comido por sus hermanitos en el nido y lo había domesticado. El gusano sabía diferenciar entre montaña y meseta. Si le decías montaña, se arrugaba y elevaba el cuerpo y si le decías meseta se estiraba como una goma tirante. Así pasó toda la mañana hasta que llegó el recreo. Sonó un timbre musical y salieron todos al patio. Golondrín estaba muy solo, asustado se agarró a la pata de Doña Golondrina, esta le llevó con otros pájaros que jugaban a saltar, brincar y correr. Golondrín no sabía que hacer con su timidez y huyó asustado. Se sentó en un banco unos minutos y aburrido se levantó, empezó a volar a poca altura y en círculos, en seguida todos los que le observaron se colocaron a su lado haciendo lo mismo que él, empezaron a jugar a imitarse, a reír y disfrutar como nunca lo habían hecho esa mañana de tanta tensión, miedo y aparente soledad.
Al día siguiente Golondrín tiraba del ala de su madre para ir al cole, y ese fue el inicio de un curso que nunca olvidará. Hizo maravillosos amigos y amigas.
Al verano siguiente Golondrín y su familia se fueron lejos hacia el norte de vacaciones, ya volaba con desparpajo y soltura. El viaje fue de lo más ameno, ¡tenía tantas cosas buenas que recordar del cole!, tantas anécdotas divertidas, que aunque fueron muchos kilómetros se le hizo realmente corto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario