Confiadas con un rostro mágico, con un ser al que adoraban, con el que jugaban y reían, al que abrazaban con esos abrazos de koala que no deja resquicios por donde pueda pasar el aire. Al que admiraban y le hacían ojitos, ojitos de ilusión, de amor, de caricias, de besos. Se marchaban con papa para rozarle con sus manos y sus labios, tenía esa magia que tienen los papas. Con él estaban atrapadas en la felicidad.
Se despidieron de mamá, ese pilar que siempre iba a estar allí, sin moverse, porque mamá eran parte de ellas, no algo aparte, era un yo dividido en tres unidas por la vida de por vida y por la muerte por siempre jamás. Mamá no era solo mamá, mamá es el mundo, el universo donde nacer y dónde ir al morir, mamá lo es todo, absolutamente todo.
Se despidieron de papá, viéndole sin que la confusión ni el daño mataran la confianza ciega que tenían en él.
Cruzaron las dos el umbral de la mano, Olivia nunca dejó de coger firme a su hermana, era el mejor regalo de la vida y también de la muerte. Se abrazaban, reían y se miraban con la ternura de la inocencia más pura. Caminaron hacia una luz llena de mariposas, pájaros, flores y arcoíris mientras el sol les guiñaba un ojo y las nubes les sonreían a su paso. Mientras el cielo se llenaba de bruma de mar y de sal marina, de peces de colores, estrellas de mar, simpáticos delfines y una hermosa ballena con la mirada chispeante.
Nunca supieron que fueron arrojadas a este sueño eterno por la ira, el odio, el rencor, la rabia, la amenaza, la obsesión, la tiranía, la incertidumbre, la desconfianza, el miedo, los celos, la traición y disfrutaron de su viaje juntas.
Ya al otro lado, el lado de los ángeles, las estrellas, las mariposas, no paran de jugar, de reír, de saltar, de girar una sobre la otra mientras se acarician y abrazan, se revuelcan y se buscan entre las olas de un cielo en el que no transcurre el tiempo, disfrutan gozando sin parar de un parque de columpios eterno.
Sus almas están alrededor de su madre Beatriz, dentro y fuera de ella, en sus ojos, en su mirada, en sus manos, en sus palabras y más juntas que nunca encienden el fuego de la vida y les susurran en miles de señales. ¡Mamá te quiero!, estamos bien, queremos mucho a papa.
Siempre estaremos juntas contigo, sé feliz que aquí no existe el tiempo y disfrutaremos de este parque de atracciones y columpios, de cuentos, de risas, de monstruos buenos, de princesas valientes como tú, de castillos encantados, de jardines animados, de paisajes tinerfeños.
Mamá te queremos!!!!!.
Preciosas. Siempre con mamá.
Siempre en nuestros corazones.
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