A pesar de la noticia de ayer, de que este país está más poblado de mujeres que de hombres, siguen ellos en mayor número en altos cargos políticos y empresariales, la brecha salarial no puede reducirse por que esta sustenta el poder del macho en una sociedad de gallos que codicia más dinero, camuflando una realidad tétrica en una serie de protocolos de todo tipo que dejan en evidencia la falta de humanidad que sufrimos. Un país de gallos donde se quiere parecer a costa de no ser, de no defender, de no atender, de no recibir con garantías a los que vienen con el corazón roto, de no atender a los ancianos y darles unos últimos años como joyas de una sociedad que han defendido y que han sustentado durante todos los años en los que han sido productivos, ahora ya no, y por esos son desterrados en residencias muy costosas en las que reciben atención programada y en las que los espacios de espera entre acto y acto se eternizan en el silencio de lo inútil, de lo castigado por ser viejo, por no producir, y esos corazones mueren sin la ilusión por vivir cada segundo de sus vidas, desterrados en guarderías de viejos cuya finalidad es la muerte más o menos inminentes, y donde hay muy poquita ilusión en las miradas que los cuidan, en las miradas que los acompañan, nadie los contempla, solo los atienden por que el protocolo se lleva a rajatabla y de un sitio a otro sin tregua hay que cumplir los horarios, pastillas, periódico, descanso. Al día siguiente los más conscientes asistirán a la ausencia de algún o alguna compi que sucumbió a la muerte, y así día tras día, esto es ocuparse de los viejos de nuestra sociedad, así tenemos la conciencia tranquila, están atendidos, pero la pregunta ¿ es suficiente?.
Y podemos enumerar problemas sociales que nos deshumanizan, miramos al frente arrastrando una política basura que llena de hedor todo lo que nos rodea, la inmigración y el asilo en nuestro país, la pobreza de las familias españolas, la falta de atención a los débiles en todos los ámbitos.
Todo por un intentar parecer a costa de un no ser, pero todo lo que se hace para parecer queda descubierto por que el dolor duele, no se recicla, y deja residuos muy difíciles de limpiar.
Un país de gallos llenos de condecoraciones que cada vez los hacen más inútiles en la gestión y política de este país.